Opinión | Espectráculos

Mayoría criminal

Desplazados palestinos tratan de conseguir comida en una cocina comunitaria.

Desplazados palestinos tratan de conseguir comida en una cocina comunitaria. / Ahmad Salem/Bloomberg

Hace unos días, insistía Felipe González en que «Netanyahu no es Israel, ni el mundo judío». Aunque parezca una obviedad, habría que responderle con una cifra, con un porcentaje: 82%. Ese es el porcentaje de la población israelí que, según una encuesta reciente, apoya la expulsión de los palestinos de Gaza. Curiosamente, coincide con otro 82%: el porcentaje de palestinos asesinados por las fuerzas militares israelíes que, según ha reconocido su propio mando, eran civiles, y no los terroristas que se supone están combatiendo.

En Europa (de Estados Unidos no vale la pena ni hablar) ya no es que se esté haciendo el avestruz, sino directamente haciendo el tonto y tomando por idiotas a los ciudadanos, con pasos como comprobar si Israel está vulnerando los derechos humanos para revisar sus acuerdos comerciales. Pero reconozco que el resultado de esa encuesta me desanimó bastante, pues nos gustaría poder diferenciar entre lo que hace el Estado israelí y lo que pide su sociedad. La triste realidad es que la mayoría de la sociedad israelí apoya las atrocidades en Gaza. Mucho más de lo que, por ejemplo, la sociedad rusa apoya la invasión de Ucrania, con la diferencia de que en Rusia, salir a protestar contra el gobierno conlleva que te muelan a palos y te lleven a la cárcel.

Recuerdo, cuando vivía en Marburg (Alemania), cómo me impactó el que un estudiante de doctorado israelí, que no parecía para nada un ultraortodoxo (con su pelo largo y sus camisetas de heavy metal) me dijera sin tapujos que era «racista» hacia los palestinos y que «ellos también lo son». Con la diferencia de que los palestinos llevan siendo maltratados y, de vez en cuando, masacrados, desde hace casi ochenta años.

Creo que, por muchas razones, soy poco sospechoso de antisemitismo. En agosto de 2017 estuve en Jerusalén, invitado a participar en el Congreso Mundial de Estudios Judíos. Un viaje inolvidable, en el que también visitamos Palestina (Belén), y que reflejé en mi «Breve diario de Jerusalén», publicado en Cuadernos Hispanoamericanos. Un amigo israelí, profesor, que decía que para él los árabes eran «primos» y que querría aprender su lengua, estaba convencido de que «por fin» iban a derrotar a Netanyahu, cuestionado por sus casos de corrupción. Pues no. Por mucho que la minoría intelectual esté en contra, la mayoría de los israelíes apoya esta barbarie.  

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