Opinión | Espectráculos

El cierre de Rojo

CACERES. TIENDAS ROJO LIQUIDACION

CACERES. TIENDAS ROJO LIQUIDACION

Hace unos días nos enterábamos de que cerraban, tras casi sesenta años de existencia, Tiendas Rojo, referentes en ropa para los cacereños, con sus dos emblemáticas tiendas en las calles Pintores y Antonio Hurtado. El fundador, Pepe Rojo, había muerto en enero, a los 82 años, y su hija, Maribel Rojo, consideró que había «llegado el momento de decir adiós». Confieso que solo compré una vez en esa tienda, de hecho no hace mucho, el invierno pasado, y un poco de rebote. Había ido con mi madre para comprar una cazadora para mi padre, pero a él no le gustó, y a mí en cambio sí, por lo que decidimos que me la quedara yo, en lugar de devolverla.

Sorprendía un poco que aún sobreviviera una tienda así, con género tan cuidado y diferente, con una marca propia y ligada a la historia reciente de Cáceres, y no una sucursal más de una franquicia. Recuerdo que un antiguo compañero de departamento, granadino él, y que por cierto solo aguantó un año en Cáceres, se burlaba de nuestra ciudad diciendo que parecía detenida en el tiempo, y que se imaginaba que Granada era así hace treinta años. Ponía como ejemplo a la tienda de Calzados Nati, también en Pintores, y decía que «Cáceres es Calzados Nati». A mí y a otro amigo nos molestaba un poco el aire de superioridad con el que miraba a nuestra ciudad, y a nuestra región, y por otra parte veía yo algo contradictorio que lamentara la gentrificación de Granada y cómo su ciudad había perdido el aire bohemio y rebelde que tenía antes, para adaptarse a los gustos del turista y a las fotos de Instagram.

Sorprendía un poco que aún sobreviviera una tienda así, con género tan cuidado y diferente, con una marca propia y ligada a la historia reciente de Cáceres, y no una sucursal más de una franquicia

A propósito del cierre de «uno de los últimos bastiones del comercio tradicional de Cáceres» como lo definía un periodista de este medio, me sorprendieron las declaraciones de una tal Campos, presidente de la Asociación de Empresarios del Comercio de Cáceres, que venía a echar un rapapolvo a los comerciantes cacereños, echándoles en cara su «poca capacidad de adaptación», y ofreciéndoles como remedio, entre otras cosas, «mejorar la atención al cliente», «ofrecer un trato más cercano» y «construir una marca memorable para destacar frente a la competencia». La misma milonga que les cuentan a los aspirantes a empresarios triunfadores. Lo decía a cuenta de una tienda que ha durado más de medio siglo, en una época de negocios fugaces. El problema es el modelo de ciudad que tenemos, y a qué empresas se apoya.

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