cáceres todo un placer

Los Rosado, de Caleros a Pinilla

Joaquín Rosado e Isidra Cordero tuvieron tres hijos: Lola, Joaquín y Luis, éste último policía local, artista, uno de los protagonistas de juventud de 'Gamberros a la antigua', artículo que el célebre Camilo José Cela publicó en ABC

MIGUEL ANGEL MUÑOZ

Luis Rosado estaba casado con Andrea . El era ermitaño en la ermita de San Antonio en la que también residía, porque había una cocina, varias habitaciones y un patio con vistas a la falda de la muralla. En la sacristía existía una cajonera muy grande en la que se distribuía todo lo necesario para el culto. El matrimonio tenía cinco hijos: Juana , Rufina , Joaquín , Luisa e Ino .

Luisa falleció muy joven; Ino, que era soltera, fue la que se encargó de guardar la ermita cuando los padres faltaron. Juana se casó con Enrique Carrica , que era pintor en Cáceres, y se marcharon a Madrid en los años 60 en busca de un futuro mejor para sus 11 hijos: Juana , Enrique , Luis , Alejandro , Toñi , Concha , Agustín , Paco , Inés , Jacinto y Miguel . Se quedaron todos por Leganés, excepto Juana, que trabajaba en el Ayuntamiento de Cáceres. Rufina también contrajo matrimonio con Alejandro , que trabajó en la construcción.

Joaquín, el último de los hijos, nació en 1926 en Cáceres y comenzó a trabajar con tan solo 12 años en el gremio de la panadería, un sector al que dedicaría toda su vida. Primero estuvo en Fuente Concejo y luego en un horno que había por la calle Margallo. Se casó con Isidra o Petra Cordero . Isidra o Petra porque resultó que cuando la iban a sacar de pila el padrino le puso el nombre de Petra sin el consentimiento del padre de la criatura, Francisco , que se encontraba de viaje. Al regresar, Francisco se llevó un tremendo disgusto: "¡Le habéis puesto Petra, si la niña tenía que llamarse Isidra!", exclamó. Así que en el registro la pequeña constaba como Petra aunque en la familia todos la llamaban Isidra.

El padre de Isidra se dedicaba a las tareas del campo. La madre, Dolores , era ama de casa y se ocupó del cuidado de sus cinco hijos: Quico , Matías , Manuela , Félix y la propia Isidra-Petra.

Quico trabajó en la construcción y se casó con Nieves . Tuvieron tres hijos: Joaquín , Paqui y Juan , y vivían por la plaza de Italia. Matías también se dedicaba a la construcción, se casó con Isidora , a la que muchos en Cáceres conocían como la Pelaya , al ser de la familia de Pelayo , que trabajaba en los jardines del ayuntamiento. El matrimonio tenía tres hijos: Rafi , Paco y José Luis .

Manuela se casó con el señor Antonio , que era jardinero de la residencia, y tuvieron tres hijos: Gabi , Paco y Antonio . Félix se casó con Milagros y trabajó en el almacén que los Sobrinos de Gabino Díez tenían en la calle Pintores. Fueron padres de tres hijos: Milagros , Javi y Lalo .

La hija que completaba el círculo familiar, Isidra-Petra, se había casado con Joaquín en la iglesia de Santa María. Su primera casa estuvo en el número 49 de la calle Caleros. Era una casa en la que compartían cocina con el señor Alberto y la señora Teresa . Joaquín e Isidra tenían tres hijos: Luis , Lola y Joaquín . Los tres niños dormían en la misma habitación en aquella casa donde no tenían agua corriente y había que acudir a buscarla con los cántaros a Fuente Concejo. El día que pusieron un grifo de cobre con una manilla, que también era compartido por todos los vecinos, fue una gran fiesta para el barrio.

En Caleros era muy feliz aquella vida llena de muchachos, en la que los hijos de Isidra y de Joaquín compartían juegos con María Angeles , Gabino , Fernando , Antonio ... Los sábados y los domingos jugaban al fútbol en El Rodeo, o a ser toreros, porque a Luis, uno de los pequeños del matrimonio, le encantaban los toros, tanto que un día le robó a Isidra un trapo de la cocina y se puso a torear las vacas lecheras que había subiendo a la Montaña.

En Caleros vivían la señora Rafaela , casada con el señor Rafael (que tenían cuatro o cinco hijos), y estaba el comercio del señor Manolo y la señora Catalina . Pero el tiempo pasaba y lo cierto es que aquella casa de Caleros se hacía muy pequeña para la familia. De modo que pasados 10 años se trasladaron a Pinilla. Ocurrió que Matías, un hermano de Isidra, trabajaba con Valentín Pinilla , y medió con el conocido constructor. "Mire que allí no caben todos", le dijo, así que finalmente los Rosado consiguieron el sueño de tener un piso en el número 5 de la calle Zuloaga.

El de Pinilla era todo un lujo para la época. Tres habitaciones, salón, cocina, baño y dos terrazas. El bloque de los Rosado estaba en el triángulo más estratégico del barrio, entre Pinilla la Nueva, Pinilla la Vieja y la Cárcel: todo un ritual para los juegos de los muchachos. Los vínculos de los Rosado estaban en Pinilla la Vieja y eso había que cumplirlo a rajatabla, porque los de la calle Zuloaga eran de Pinilla la Vieja y los de la calle Españoleto lo eran de Pinilla la Nueva. De manera que en el fúbtol los Rosado eran de Pinilla la Vieja y cuando había que robar leña para las hogueras de San Jorge, Pinilla la Nueva era el enemigo a batir y era a ellos a quienes había que quitarle cuanta más leña mejor.

Los que vivían por la Cárcel conformaban el tercero de los bandos y había un territorio muerto, donde generalmente se sellaba la paz, que era el campo de fútbol del seminario. Allí todos los muchachos colaboraban cuando se trataba de escalar la valla para cruzar al campo de aquel seminario entonces plagado de seminaristas.

Eran inmensamente felices esos años en un barrio donde vivían Rufo , Dorotea , Duchi , el señor Escobar , Vicente , Pedro , los Pica y Angelines . Allí compartían los Rosado juegos con Emiliano , Manolín , Eduardo y con Manolo , el jugador de fútbol más ilustre que ha tenido Cáceres (que su hermano se llamaba Emiliano ) y que era una pasada, brillaba en el campo y siempre iba con su balón a cuestas. En Pinilla estaban los comercios del señor Fernando , del señor Paco , del señor Rafael ... y luego se montó el Híper de Pinilla. Estaban los bares de Antonio , El Bodegón, y otro enfrente del colegio.

Los hijos de Isidra y Joaquín encaminaron sus vidas. Lola se hizo enfermera y Joaquín, músico. Hasta los 10 años, Luis, el hijo que cierra la saga, estuvo a caballo entre el colegio de las Hijas de Cristo Rey, que estaba donde los Hermanos de la Cruz Blanca, y la escuela de Don Vicente Marrón. Aquella escuela estaba junto al colegio San Antonio y a ella acudía la gente menos pudiente, porque la que tenía una cartilla más saneada se iba con los curas.

Pero era fantástica esa escuela de Don Vicente Marrón, en la que daba clase don Gabriel , que era muy amigo de Joaquín. Así que un día, camino de la panadería, pasó Joaquín por la escuela de don Gabriel de la mano del pequeño Luis y le dijo: "Don Gabriel, que digo yo, que ¿cuándo puedo traerle a éste?", porque entonces no era como ahora y no había tanto formulismo para escolarizar a los retoños. Don Gabriel le dijo a Joaquín: "Pues mañana mismo me lo traiga".

Así fue como Luis entró en aquella escuela en la que don Gabriel daba clase a los niños porque de las niñas se ocupaba la señorita Trini , que era sobrina de don Elías , sacristán de Santa María, que vivía donde ahora está el Centro de Artesanía de la diputación, un palacio que antes hacía las veces de sacristía de la concatedral. Meses después ingresó en la escuela para hacer prácticas don Manuel , que luego trabajó en la Caja de Ahorros.

La Escuela de Don Vicente Marrón tenía un patio enorme con un pozo en medio, otro patio más pequeño al fondo y tres aulas. En una de ellas impartía sus lecciones don Gabriel, que siempre tenía regalos de Reyes para los hijos de Joaquín y cada 6 de enero acudían a la casa de su maestro, que vivía al lado del Figón, en San Juan. Era una casa a la que se accedía por unas empinadas escaleras y que tenía varias habitaciones. En ella residía don Gabriel, un hombre soltero, amable, educado, con mucho tino para los niños.

Cuando terminaron los primeros cursos, Luis se marchó a la Escuela de Maestría que estaba en Gómez Becerra, donde daban clases don Eduardo Málaga y la señorita Margarita Recio . Se apuntó a Delineante, pero no terminó porque a Luis no le gustaba mucho estudiar. En ese tiempo un pariente fue a buscarlo para proponerle si quería ir a trabajar como aprendiz a una herrería (Construcciones Metálicas Muriel) que estaba en la Ronda de Vadillo. Allí trabajaban Boni , Francis , Willie , Angel ..., cobraba 300 pesetas a la semana y 15 la hora extra.

En la herrería estuvo Luis hasta que marchó a la mili: primero a León, al campamento, y luego a los ferrocarriles en Salamanca. Nada más llegar le dijeron: "Luis, tú pa ingeniero", así que rápidamente Luis, con gran sorna, telefoneó a Cáceres: "¡Mamá, con lo poco que me gustaba estudiar y ya soy ingeniero!", y los dos rieron a carcajadas.

Al terminar el servicio militar regresó a Cáceres. Era una época dura, de poco trabajo, y Luis solía frecuentar la zona del Miajón, comía pipas en la plaza y si tenía algo de dinero se compraba un botellín. Sucedió que su amigo Luis El Bemba , que se había ido a trabajar a La Rioja, le comentó que se fuera, que allí sí que había empleo. No se lo pensó. Se marchó a casa, le dio la noticia a su padre y Joaquín sacó de la cartilla 4.000 pesetas. "Cuando te las gastes, te vienes", le sugirió. Luis tomó un tren a La Rioja que le costó 1.100 pesetas y se espetó en Fuenmayor donde poco después le salió un trabajo como ayudante de topógrafo en la empresa de Salvador Serviá que estaba construyendo la autopista vascoaragonesa.

La anécdota

Allì estuvo año y pico, hasta que acabó el trabajo y regresó a Cáceres. Luis tenía entonces 22 años, pero el porvenir era aquí oscuro, así que decidió marcharse de nuevo a La Rioja, esta vez a trabajar al zoológico de los Hermanos Lezama, donde se dedicó a la cetrería y asistió en el parto a la leona y la puma y sacó adelante dos cachorros con unas perras recién paridas. Fue en esas cuando sucedió la que fue, sin duda, gran anécdota de su vida...

El y sus amigos decidieron hacer una improvisada carrera de calzoncillos pasadas las tres de la madrugada de un domingo de 1980. En la carrera participaron 15 jóvenes y fue presenciada por 50 personas en la plaza Félix Azpellicueta de Fuenmayor. La competición se desarrolló durante el intervalo de una verbena celebrada en la piscina. El acto fue recogido hasta por la prensa local y El Correo Español redactó su crónica de la siguiente forma: "Casi todo estaba a punto para la salida. Incluso uno de los realizó una improvisada línea de salida con la evacuación espontánea de líquido propio. Cuando la carrera estaba en pleno rodaje, un miembro de la Guardia Civil recriminó la actitud de los atletas nocturnos, por lo que se trazó un nuevo itinerario (...) No sabemos, la verdad, si hubo premios para los vencedores. Pero a la mañana siguiente, el sargento de la Guardia Civil comunicó a uno de los fondistas que todos los participantes en la prueba serían sancionados con mil pesetas por considerar que se produjo una alteración del orden público".

La noticia dio la vuelta a España. Tanto es así que el ilustre Camilo José Cela tituló en ABC "Gamberros a la antigua", un delicioso artículo en el que, entre otras cosas, decía esto: "Declaro mi iración sin límites hacia los jebos de corte clásico que beben vino tinto, saltan tapias, tiran piedras y pegan patadas a los cubos de la basura, porque con ellos, cuando maduran y sientan la cabeza, se puede hacer un país. Y confieso mi desconfianza sin límite hacia quienes se visten con los cautos ropajes encontrados y son dóciles, untuosos y medio de jabón con vaselina, porque con ellos --y eso con suerte-- sólo se podrá formar un pelotón de mansos y diuréticos tecnócratas".

En 1981 Luis Rosado regresó a Cáceres porque nunca había dejado de echar de menos la ciudad que le había visto nacer. Fue el año en que se convocaron 14 plazas de oposición para la policía local, antes guardia municipal con Domínguez Lucero como alcalde. Un día, ya con su plaza, mientras a bordo de su casco blanco regulaba la circulación entre San Juan y el Gran Teatro (entonces estaban cuatro policías que hacían media hora en cada puesto y otra media de descanso) le entró un grandísimo dolor de muelas. Así que cuando acabó el turno fue a la clínica de don Juan Valhondo , y allí se cruzó con ella, con su enfermera, de la que quedó prendido: Lucía Benito , hija de Francisco y de Felipa (que él era mecánico de Mirat). Se casaron en la Preciosa Sangre y lo celebraron en Montero (el baile fue en Acuario). Luis y Lucía tienen dos hijos, igualmente llamados Luis y Lucía .

Ha pasado el tiempo y Luis sigue como policía, sigue siendo un artista (diseñó durante años el dragón de San Jorge) y, sobre todo, sigue siendo ese hombre sencillo, amable, con gran sentido del humor que no olvida sus años en La Rioja con amigos como Arturo , Carlos , Pilar , Elvira , Lola , Aurelio , José Angel ... Que no olvida los partidos de fútbol en Pinilla, ni sus lances en la Montaña, ni las lecciones de don Gabriel, ni los juguetes en las mañanas de Reyes, ni aquella carrera en calzoncillos cuando la vida era inacabable e infinita.

Tracking Pixel Contents