Opinión | Espacio del lector

Alberto Navarro

Gracias Cacereño por todo lo que me habéis hecho disfrutar

Hola Cacereño.

Os escribe un madrileño enamorado de vuestra preciosa ciudad, de la amable gente que la habita y del espectacular equipo de fútbol que engrandece aún más a esta capital de provincia. Todo ello ha hecho que me sienta orgulloso de considérame Catovi de verdad.

Cuando me casé en vuestra icónica concatedral nunca hubiera podido pensar el sentimiento de pertenencia que iba a tener con el decano del fútbol extremeño. Me habéis acogido con los brazos abiertos cada vez que he ido al Príncipe Felipe durante los últimos 15 años aunque sobre todo cada vez que el equipo jugaba por Madrid y alrededores. Siempre habéis arropado al C, hasta el punto que los de verde parecíamos locales.

Escribo esta carta abierta para daros las gracias por todo lo que me habéis hecho disfrutar esta temporada tanto a mi como a mis hijos y a mi mujer.

Ha sido una travesía muy larga hasta lograr el ascenso, muchos años comiendo mierda como solía comentar con mi suegro, que era un aficionado con solera y que desde el cielo habrá disfrutado de este ascenso tanto como sus hijos y sus nietos, abonados ambos.

Por mi trabajo he visto ganar seis Champions, cuatro de ellas disfrutando de este logro sobre el césped, en el vestuario o en el avión de vuelta, pero lo que viví el pasado sábado en el Príncipe Felipe es de lo más bonito que me ha podido dar el fútbol. Es el triunfo y la cercanía del fútbol humilde, del de pertenencia al equipo de la ciudad. Y haberlo vivido con vosotros ha hecho la experiencia aún más inolvidable.

Por la mañana acudí al estadio para ayudar a un buen amigo y trabajador incansable. Ahí ya quedé impactado al ver al presidente del club pintar las líneas del campo. Posteriormente comí acompañado de amigos y seguidores del C que inundaron las calles de la ciudad. Y después al campo junto con más de 7500 aficionados. Una locura.

Hay momentos en la vida que te dejan marcados para siempre y el final de esta temporada de ensueño ha sido uno de ellos. ¡Menudo año se han marcado Julio Cobos y sus chicos!. Y eso sin hablar de la eliminatoria de Copa frente al Atlético.

Nunca olvidaré el zurdazo de Clausí para dar la victoria en a frente al Moscardó en el 95 y la icónica celebración junto a una marea verde que enterraba en abrazos a sus jugadores, ni el gol de Sancho en Valdebebas, también al final. Ni el de Álvaro Merencio, el ídolo de mi hijo pequeño, en casa para volver a liársela al Moscardó de nuevo en el 95.

Tantos momentos que desembocaron en un playoff de infarto que empezó con nuestra afición pasándolo muy mal en Ávila, que les recibió a pedradas, y un gol agónico de Carrillo en el 97 que no nos despertó del sueño del ascenso. La final frente al Estepona tuvo su parte heroica. Partido aplazado con 1-0, noche larga para Benito y compañía lavando a mano la ropa para jugar diez minutos al día siguiente y de nuevo una implacable marea verde que hubiese viajado como hiciera falta para ayudar a los suyos. Mérito especial para una persona que partió desde Madrid hasta Estepona en su coche, sola pero con la esperanza de obtener un buen resultado para una vuelta que fue una delicia, un partidazo.

Dicen que la vida se mide en experiencias y yo solo tengo palabras de agradecimiento al Cacereño, al presidente Ordóñez, a Güelo y a todos los trabajadores del C (Quini, Gamero, Dani, Fidel, Benito, Patricia…) por dejarme acompañarles en este momento. También a Fernando Sosa por ser la voz de un equipo que merece más altavoz en Extremadura y dejarse el aliento para ser escuchado. Y por supuesto a mi mujer. Sin ella y su desinteresado amor por el C no estaría escribiendo esta carta. Sin vosotros no hubiese sido posible. Ahora a por más. Esto no se queda aquí. Creer.

*Alberto Navarro es periodista del departamento de comunicación del Real Madrid

Tracking Pixel Contents