La Semana Santa de Cáceres merece más promoción para consolidarse como referente internacional

Extremadura es sinónimo de Patrimonio material e inmaterial. Y entre las múltiples celebraciones que se agrupan en este último apartado, sobresale la Semana Santa de sus ciudades y pueblos. Una fiesta que, aun manteniendo su esencia religiosa, no escapa de otras influencias menos espirituales, enlazadas con esa otra dimensión, la cultural, que va ligada al ocio de quienes se concentran estos días en Extremadura. Las visitas crecientes de turistas, en unas vacaciones en las que se mueven millones de personas por toda España, se traducen también en un impacto económico nada desdeñable y contribuyen a la difusión de cada una de las citas extremeñas que atesoran singulares procesiones, como la de los Empalaos de Valverde de la Vera, un vía crucis que sobrecoge y que afianza el tirón de la comarca como polo turístico de la región.

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Tres de las Semanas Santas de la comunidad están reconocidas con la máxima distinción del Ministerio de Industria y Turismo: este año, a Cáceres y Mérida se une la Pasión de Badajoz con el marchamo de Interés Turístico Internacional. La primera que obtuvo esa calificación, por su atractivo y riqueza artística, fue Cáceres, en 2011. No fue un camino fácil y quizá por eso mismo, en memoria de ese esfuerzo colectivo, es la primera que está obligada a evolucionar para consolidar esa tendencia que se afianza año tras año.

Llenos en los hoteles

Para estos próximos días, la capital cacereña espera llenar prácticamente todas sus plazas hoteleras con índices de ocupación que superan el 80%. Aún con la mirada al cielo, y a la espera de que, esta vez sí, la mayoría de hermandades y cofradías pueda completar su recorrido sin alteraciones por causa de la lluvia, todo está dispuesto para que, un año más, se superen expectativas. Ello se traduce directamente en la creación de puestos de trabajo, 2.400 en el conjunto de la región y unos 700 solo en Cáceres, según los cálculos de consultoras especializadas, y, por tanto, en la generación de riqueza para la ciudad y su provincia. Se recuperan así niveles propios de la prepandemia y las perspectivas para el futuro inmediato son, igualmente, optimistas.

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Pero toda esta derivada económica no sería posible sin el compromiso de las cofradías que, muchas veces, se enfrentan a serias dificultades para encontrar los recursos necesarios para movilizar la veintena de procesiones, miles de hermanos y medio centenar de imágenes que forman parte del patrimonio artístico cacereño. La mayoría de los cofrades de Cáceres pertenece a varias cofradías a la vez y las cuotas apenas superan los diez euros de media anual. La generación de ingresos, sujeta a la baja renta media de sus habitantes, hace imposible la autonomía financiera si se quiere seguir la senda de otras Semanas Santas de la misma categoría.

Capital Cultural Europea

Las instituciones acompañan, ciertamente, sobre todo el Ayuntamiento, que este año ha incrementado la aportación de 40.000 a 60.000 euros para que cada hermandad acometa sus necesidades más acuciantes. La Pasión cacereña ha sido uno de los primeros reclamos esgrimidos por las autoridades municipales como plataforma para la candidatura a la Capitalidad Cultural Europea de 2031. Además, la Semana Santa de Cáceres cuenta con los 21.000 euros del Consorcio de la Ciudad Histórica que integran Ayuntamiento, Junta y Diputación provincial. La suma total queda lejos de lo que las instituciones destinan, por ejemplo, a la celebración en la vecina provincia de Salamanca, en Castilla y León, declarada de Interés Internacional ocho años antes que Cáceres.

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La Semana Santa cacereña tiene aún camino por recorrer en la promoción. El conjunto semanasantero de toda Extremadura bien merece pisar con nombre propio en ferias como Fitur, como lo hacen comunidades vecinas. Sobre todo cuando, en el caso cacereño, la puesta en escena se realiza a través de un recorrido en un monumental casco histórico, reconocido como Patrimonio Cultural por la Unesco. Palabras mayores que invitan a una mayor inversión en campañas de publicidad de una de las celebraciones semanasanteras más espectaculares de España, como atestiguan medios internacionales de renombre.

Campo de actuación por cubrir

Esa apuesta incluye crear exprofeso un organismo que agrupe a todas las partes implicadas, que gestione y supervise. Hay todo un campo de actuación por cubrir: otras autonomías disponen de una escuela oficial de restauración dotada de profesionales, cuya réplica es posible, para velar de manera permanente por el estado del patrimonio escultórico que se guarda durante el resto del año en iglesias y ermitas. O, por qué no, recuperar oficios desaparecidos que acaparan otras provincias, porque no se pudo o no se supo transformar el tirón semanasantero en industria propia, desde la cera de las velas a la restauración de mantos y fina orfebrería que adornan las imágenes.

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La Semana Santa de Cáceres, tal y como se conoce hoy en día, es el resultado de una apuesta decidida de los cacereños después de acusar gravemente la crisis de la emigración, que vació costales y andas en los años 70 y principios de los 80. Una misión cumplida por toda una generación, la del ‘baby boom’, que se acerca ahora a la edad de jubilarse como hermanos de carga. Pero la presencia de los jóvenes es patente, tanto en las cofradías más antiguas, cuya tradición se hunde hasta seis siglos atrás, como en las de creación más reciente. Ese relevo generacional, que parece garantizado, merece toda la atención para que la Pasión cacereña cobre impulso definitivo.