Opinión | Soliloquios
Juan Jiménez Parra
Evolución femenina
Sí recuerdas que en aquellos años de tu infancia apenas ninguna mujer madre de familia usaba pantalones

Inglaterra - España / EL PERIÓDICO
Has subido al autobús urbano y te has sentado en uno de los asientos de delante. Lo conducía una mujer. Verla frente al volante del gran vehículo te ha incitado a reflexionar sobre el cambio que ha habido, desde que tú naciste, con respecto a la situación de la mujer en general.
Recuerdas los años sesenta, tu primera década de vida, viviendo en la barriada de Pinilla, entonces periférica, ahora absorbida por el gran barrio de la Mejostilla. Las familias solían ser numerosas, quizá una media de cuatro hijos por matrimonio, hermanos a los que atendían más tiempo las madres que los padres, ya que estas apenas trabajaban fuera de casa. Las que lo hacían ocupaban puestos de enfermeras, maestras, secretarias de oficina, dependientas de comercio, limpiadoras en instituciones, y poco más. Curiosamente, en los autobuses urbanos era una mujer la que cobraba a los s. Pero nunca, hasta los primeros años de este siglo, viste a una mujer conduciendo un autobús en Cáceres. También has visto a mujeres taxistas en el presente. En los años sesenta, tampoco era frecuente ver a una mujer al volante de alguno de los pocos automóviles que circulaban por la ciudad.
Sí recuerdas que en aquellos años de tu infancia apenas ninguna mujer madre de familia usaba pantalones. Eran las jóvenes las que comenzaban a llevar esa prenda de uso casi exclusivamente masculino. Pocas mujeres fumaban, una adicción que perjudicaba a la mayoría de los hombres. Difícil, por no decir imposible, era ver a una mujer sola en un bar. Las barras de los bares solo la ocupaban los hombres, y alguna mujer a la que no importaba que la tacharan de buscona.
Por la ventana del autobús acabas de ver a una empleada del servicio de jardinería del Ayuntamiento podando unos setos. A cincuenta metros de ésta, una barrendera del servicio de limpieza barre la acera. Bajas del autobús. Tienes una cita con tu médica de cabecera y luego con tu abogada, pero antes decides tomarte un café en una cafetería cercana, y te lo sirve una joven camarera. En la televisión ves a una conocida ministra hablando en el Congreso. De pronto la camarera cambia de canal. Se lo ha pedido una solitaria clienta que quiere ver un partido de fútbol que trasmiten por la primera: el que enfrenta a las selecciones femeninas de España e Inglaterra.
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