Más allá de la Semana Santa cacereña: Un camino de vida
Nuestra labor como cofrades no termina cuando recogemos el paso, de ser así, estamos en el lugar equivocado. Quedan 364 días de compromiso para darse a los demás.

Hermanos de la Cofradía del Cristo del Calvario (Estudiantes), en su templo de Santo Domingo, antes de la procesión. / CARLOS GIL
José Manuel Caballero
Paz y Bien.
Estamos ya en Semana Santa y parece que desde que llegó la Cuaresma comenzó a intensificarse la actividad en las cofradías. Vía crucis, imposiciones de medallas, conciertos y besapiés componen su calendario. La pompa, el boato y el postureo sobresalen en muchos de los actos y enmascaran una realidad que pasa desapercibida a los ojos de los ciudadanos que no están implicados en este ‘mundillo’.
Detrás de cada cofradía hay hermanos, quizás pocos, con inquietudes por ir más allá de sacar uno o varios pasos a la calle. Para ellos, las palabras ‘caridad’ y ‘compromiso’ cobran todo su significado, personas que adquieren un verdadero ser cristiano.
Solidaridad
La caridad se encuentra en los fines de cualquier hermandad y así lo marcan los estatutos. Dentro de las actividades enfocadas a la ayuda y amparo de los que más lo necesitan están las tradicionales recogidas de alimentos y juguetes, los conciertos solidarios, chocolatadas, rastrillos, etc... Actos populares y reconocibles también en muchos otros colectivos y asociaciones. Resulta fácil dar un donativo. No olvidemos en este apartado la dignidad de los perceptores y apliquemos los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.
Aparte de cubrir necesidades materiales y formales, el Alma de los cofrades, de los seres humanos, también necesita ayuda. Las cofradías debemos cuidar especialmente este aspecto.
Almas que necesitan consuelo, ser escuchadas, valoradas, en definitiva, acompañar a todos aquellos que nos rodean a sentirse personas, siempre desde el Evangelio.
Nuestra Semana Santa no termina en la mañana del Domingo de Resurrección, quedan 364 días de compromiso para darse a los demás. Visitar a los enfermos, acompañar a los ancianos, rezar por los fallecidos, escuchar a los que no tienen voz, ayudar a muchos seres humanos que han sido despojados de lo más elemental, consolar a quien lo necesita, llevar esperanza a los desesperados... En una palabra, ser Voluntarios Cofrades.
Un mundo justo
Debemos trasladar a este mundo confuso que nos rodea Esperanza, ese sentimiento que todos sin importar la situación o clase social necesitamos. Esperanza en un mundo más justo y solidario, que haga compatible la supervivencia de todos los seres que habitan la tierra, nuestra Casa Común, en condiciones de igualdad, dignidad y respeto.
El compromiso cofrade por tanto debe ir más allá, debe ser una forma de vida, de respeto, amor y entrega hacia todo lo que nos rodea, en caso contrario nos queda mucho por aprender.
Nuestra labor como cofrades no termina cuando recogemos el paso, de ser así, estamos en el lugar equivocado. La Semana Santa es tan solo la antesala de la Pascua del Resucitado que nos marca un camino de vida, compromiso, liberación y encuentro con el Creador.
* El autor es mayordomo de la cofradía del Santísimo Cristo del Calvario (Estudiantes).
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