Este es el pueblo extremeño por el que nadie quería pasar en la Edad Media

Imagina que viajas a través de la Extremadura medieval, y te cuentan: "Ni se te ocurra pasar por Llerena". No es porque sus posadas fueran malas ni su comida desagradable, al contrario, la región era famosa por su gastronomía, sino porque la ciudad albergaba una de las instituciones más temidas de la historia: la Inquisición española. La presencia de la Inquisición convirtió a Llerena en un lugar que muchos preferían evitar, incluso si eso significaba perder días de viaje para dar un rodeo. ¿Pero cómo se convirtió Llerena en un destino tan temido y, al mismo tiempo, un lugar de una historia y patrimonio tan fascinantes?

La Inquisición, órgano del terror

La Inquisición, creada en 1478 por los Reyes Católicos, tenía como principal objetivo asegurar la pureza de la fe católica. Y Llerena, por su ubicación estratégica y su peso en la región, se transformó en uno de los centros neurálgicos de la Inquisición en Extremadura. Fue aquí donde los juicios se celebraban en oscuros tribunales y donde las acusaciones podían surgir de cualquier lugar: un vecino celoso, un amigo rival o incluso un familiar. La estructura del poder de la Inquisición no solo generaba miedo, sino también desconfianza, ya que cualquiera podía ser señalado sin pruebas claras.

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Desde el siglo XV, Llerena se convirtió en un símbolo del miedo que los habitantes de la región sentían ante los poderes de la Iglesia y el Estado. La ciudad fue testigo de torturas y ejecuciones públicas, haciendo que su nombre fuera asociado con el horror, tanto dentro como fuera de sus muros. En ese contexto, Llerena llegó a ser vista como un lugar por el que nadie quería pasar, un sitio donde la vida de un individuo podía cambiar para siempre si caía bajo la lupa de la Inquisición.

Un pasado oscuro, un patrimonio increíble

Aunque el pasado de Llerena está marcado por ese oscuro periodo, la ciudad ha sabido evolucionar y transformarse, convirtiendo su historia en un atractivo turístico de primer nivel. Hoy en día, el casco histórico de Llerena es un lugar fascinante, cargado de vestigios de la época medieval y de la expansión renacentista, que invitan a recorrer sus calles con una nueva mirada.

El Palacio Episcopal, hoy sede del Museo de Llerena, fue la primera sede de la Inquisición en la ciudad. Este edificio renacentista cuenta con un patio mudéjar y salas llenas de historia, donde se pueden ver documentos históricos, arte de Vicente Juliá y hasta instrumentos de tortura que recuerdan la crudeza de esos tiempos. Un recorrido por sus pasillos permite adentrarse en la atmósfera de una ciudad que, pese a su oscuro pasado, ha sabido preservar un legado cultural impresionante.

La Plaza de España, corazón de la ciudad, es otro lugar emblemático que hoy respira vida. Rodeada por edificios históricos, en ella se alza la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada, con su imponente campanario, y el Ayuntamiento, que ha sido testigo de siglos de historia. Es el lugar perfecto para disfrutar de la hospitalidad local: un buen vino de la tierra y unas tapas de jamón ibérico.

La evolución de Llerena

Sin embargo, el legado de la Inquisición no es el único aspecto destacado de Llerena. La ciudad también fue un centro clave durante la reconquista en el siglo XIII, con figuras como Pelay Pérez Correa, Maestre de la Orden de Santiago, que consolidó el dominio cristiano sobre la zona. Llerena, con su fuerte muralla y su estratégica ubicación, pasó a ser uno de los principales centros istrativos de la región. La influencia de los Maestres de la Orden de Santiago fue crucial en el desarrollo de la ciudad, con la celebración de Cortes en 1340 y la construcción de conventos en hospitales que reflejaban la importancia social y religiosa del lugar.

En particular, uno de los momentos clave para el crecimiento de Llerena fue la presencia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición a fines del siglo XV, gracias en parte a la figura de Luis Zapata, Consejero y asesor de los Reyes Católicos, quien jugó un papel fundamental en la expansión de la institución en la región. A lo largo del tiempo, Llerena se convirtió en el tercer tribunal más extenso de España, con una jurisdicción que abarcaba más de 42.000 kilómetros cuadrados, y llegando a ocupar tres sedes permanentes en la ciudad.

El legado cultural de Llerena

A pesar de los aspectos oscuros de su historia, Llerena también puede presumir de haber sido cuna de grandes personajes como el pintor Francisco de Zurbarán, cuya influencia en el arte barroco se dejó sentir en toda la región. Zurbarán, nacido en la comarca de Llerena, comenzó su carrera artística en la ciudad, y su obra más destacada en la localidad, el Cristo Crucificado, aún puede irarse en la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada.

Llerena hoy: una joya por descubrir

Hoy en día, Llerena es un lugar vibrante, lleno de vida, cultura y tradiciones. La ciudad ha superado su pasado oscuro y se ha transformado en un destino turístico que enamora a quienes la visitan. Con su impresionante casco histórico, su gastronomía tradicional que no puedes dejar de probar (incluyendo sus famosos jamones de bellota), y sus fiestas tradicionales como la Semana Santa, que está declarada de Interés Turístico Regional, Llerena ofrece una mezcla única de historia, arte y cultura.

La Feria de San Miguel, celebrada en septiembre, es otro momento del año que resalta el dinamismo de la ciudad, con música, comida y una atmósfera festiva que atrae a visitantes de todas partes.

Lo que en su día fue un lugar temido, hoy es un destino que ha sabido capitalizar su rico legado histórico y cultural. Llerena, que alguna vez fue una ciudad que todos temían, ahora es un destino lleno de historia fascinante y una vibrante vida local que invita a ser descubierta. Así que si alguna vez te encuentras viajando por Extremadura, no dudes en hacer una parada en esta joya que ha sabido reinventarse a lo largo de los siglos.