Fiestas populares

'La Encamisá': Pela vuelve a gritar bien alto «¡Qué viva San Antón!»

Más de 12.000 personas volvieron a celebrar esta fiesta, en la que también se repartieron más de 45.000 biñuelos y 340 arrobas de vino y por la que desfilaron más de un millar de caballos y jinetes al repique de las campanas 

'La Encamisá', de Navalvillar de Pela.

'La Encamisá', de Navalvillar de Pela. / LCB

Navalvillar de Pela

En una jornada marcada por la tradición, la historia y la emoción de todo un pueblo, Navalvillar de Pela, se celebró ayer ‘La Encamisá’, el día grande de todos los peleños. Un año más las calles del pueblo volvieron a llenarse de los propios vecinos y de un sinfín de visitantes. En total, los cálculos son que más de 12.000 personas abarrotaron ayer la localidad. 

El momento más emotivo y especial comenzó con el repique de campanas y con el gran estruendo de cohetes, que una vez más anunciaron el inicio del tradicional desfile. En esta ocasión, Adriana Franco, joven tamborilera, marcó el ritmo, mientras que más de un millar de caballos y jinetes, ataviados con amplias camisas blancas e icónicos gorros puntiagudos, recorrieron las calles del pueblo. Por cierto, estos gorros, junto con las mantas de madroños, buscan ser declarados Bien de Interés Cultural (BIC). 

El gorro puntiagudo (un pañuelo en la cabeza acabado en punta gracias a un palo creado con la planta gamonito) destaca en esta fiesta pues, según la leyenda, los peleños lo utilizaron para hacer creer al invasor musulman que se contaba con una potente defensa, ya que simulaban los yelmos medievales.

Las mantas de madroños son, por su parte, ‘únicas’ debido a su originalidad, a su elaboración manual así como al coste que tendrían si sus creadoras decidieran ponerlas a la venta, pues alcanzarían los 7.000 euros debido al trabajo que conllevan o a la cantidad de lana que poseen, según remarcaron esta semana en su presentación 

Por otro lado, el origen de ‘La Encamisá’, esta característica festividad en la comarca de Vegas Altas,  se remonta a la Edad Media, cuando, según la leyenda, los vecinos de Pela lograron ahuyentar a un ejército árabe utilizando su ingenio. Hicieron sonar tambores y campanas, encendieron hogueras y se cubrieron con prendas blancas y gorros puntiagudos que simulaban yelmos medievales, creando la ilusión de una defensa numerosa. Durante la jornada, se repartieron más de 340 arrobas de vino y 45.000 biñuelos, endulzando la fiesta a todos los presentes.

Tracking Pixel Contents