Conseguir la capitalidad, objetivo para Cáceres y para toda Extremadura
La ciudad ha presentado sus avales para Europa en Fitur presumiendo de datos de turismo que mejorarían aún más sin las carencias en las conexiones ferroviarias a Lisboa y Madrid

Los ciudadanos esperan el inicio de un espectáculo de drones en el Parque del Príncipe como prolegómeno a la candidatura. / JORGE VALIENTE
Extremadura culmina un año histórico en visitantes con una presencia de relevancia en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) que acaba hoy en Madrid. La amplia oferta de la región se ha desplegado en casi 70 presentaciones relacionadas con el patrimonio cultural, natural, la gastronomía y el ocio. Todo un catálogo que ha sido decisivo para el incremento progresivo del turismo como parte relevante del PIB extremeño y de la creación de puestos de trabajo. Las perspectivas siguen al alza en toda la comunidad, pero destaca, en particular, el ascenso experimentado en Cáceres. La Ciudad Patrimonio ha aprovechado su presencia en Fitur como trampolín de su aspiración a ser capital europea de la Cultura en 2031. El arranque efectivo se ha producido estos días con la constitución de un consorcio dotado con medio millón de euros en este primer ejercicio, que continuará con la contratación de un técnico que dirija la estrategia para que esta vez la ciudad cacereña no se quede con la miel en los labios, como ocurrió en 2016.
Justo en una semana en la que las tácticas partidistas han ganado la mano, una vez más, a los intereses de los ciudadanos, desde el Congreso de los Diputados, con el fracaso del decreto ómnibus, a los acuerdos anulados para los presupuestos de la Junta de Extremadura o en solfa en el propio Ayuntamiento de Cáceres, resulta especialmente reconfortante hacer referencia a un consorcio constituido por todas las istraciones extremeñas, de distinto signo político, que, sin embargo, y al margen de «contaminaciones» emanadas de las sedes centrales del PSOE o el PP, están dispuestas a trabajar juntas para un acontecimiento que beneficiaría no solo a la ciudad cacereña, sino a toda la región.
De inicio, Cáceres ya puede presumir de récord de visitantes con cifras históricas que alcanzan los 370.000 turistas contabilizados hasta el mes de noviembre, lo que significa un incremento del 15%, más que notable. El perfil, en verano, se corresponde con el turismo familiar, habitualmente en tránsito, pero que va descubriendo atractivos que han hecho crecer las pernoctaciones y, con ellas, el gasto por visitante. La segunda piedra angular del turismo en Cáceres, y que permite desestacionalizar las visitas al tener lugar durante la mayoría de los meses del año, descansa en la celebración de congresos, cuya máxima expresión se alcanzará este año, en el mes de octubre, con la reunión de Turespaña. La asamblea del organismo, adherido al Ministerio de Industria, y que agrupa a representantes de las diversas oficinas de turismo del país en el exterior, emplaza su cita anual, por primera vez, en un destino alejado de la costa. Es un reflejo del cambio de tendencia en la demanda del visitante, que ya busca algo más que sol y playa. Cáceres es uno de los destinos en condiciones de cumplir esas otras aspiraciones que atañen, sobre todo, al medioambiente, la gastronomía y la cultura.
La gestión cultural será la clave para encauzar la candidatura a la capitalidad europea, porque en los criterios no influyen tanto valores patrimoniales de carácter histórico, como la actividad en todo tipo de manifestaciones artísticas, que es rica y abundante en la ciudad, pero que debe amoldarse a los requisitos para la capitalidad europea. Ese es el reto que implica al conjunto de la sociedad civil, más allá de las instituciones.
Cáceres es hoy una ciudad estrangulada: sin permeabilidad en la frontera, con un tren que tarda más de tres horas en recorrer los 250 kilómetros que la separan de la capital española
Pero, sin el concurso de las istraciones, los esfuerzos serán baldíos y hay, sobre todo, un capítulo en el que nunca se reivindicará lo suficiente por la urgencia que arrastra la provincia cacereña a causa de infraestructuras claramente deficitarias. Si resulta escandalosa la falta de una autovía de conexión con Badajoz, más irritante aún es la situación con respecto a Madrid, por un lado, y a Lisboa, por otro. Cáceres es hoy una ciudad estrangulada: sin permeabilidad en la frontera, con un tren que tarda más de tres horas en recorrer los 250 kilómetros que la separan de la capital española. Cuanto más tarde en corregirse esa situación, mayor será la dificultad para el crecimiento económico de la provincia, en todos los sectores. También en el turismo, porque podría multiplicarse la presencia de visitantes a través de medios de transporte más allá del coche y el autobús de línea. Un ferrocarril en condiciones atraería público de ambos lados de la frontera y convertiría a Cáceres en un destino a tiro de piedra incluso para los que aterrizan o llegan en barco a Lisboa. Y ahí radica la base para el progreso del sector con la aprobación de una asignatura aún pendiente: consolidarse como destino para el turismo extranjero.
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