Opinión | Espectráculos

El boxeador y la señorita Rottenmeier

Karol Nawrocki, presidente electo de Polonia

Karol Nawrocki, presidente electo de Polonia

El pasado domingo tuvo lugar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas, donde el conservador ultranacionalista Karol Nawrocki se impuso por la mínima (50,9 frente a 49,1 %) al alcalde de Varsovia, el liberal y europeísta Rafał Trzaskowski.

Las historias de España y Polonia no pueden ser más distintas en el último siglo: nosotros sufrimos durante cuarenta años una dictadura fascista, apoyada por la Iglesia católica y los Estados Unidos; ellos, durante un periodo similar, una dictadura comunista, teledirigida desde Moscú, y en la cual la Iglesia y los EEUU apoyaron a la oposición clandestina. Sin embargo, la integración europea y la globalización han acercado a estos dos países, cuyos ciudadanos, por otra parte, se dice que tenemos un carácter similar, pues los polacos son los eslavos más «mediterráneos» en su forma de ser.

El sistema polaco es presidencialista, como el francés, y por ello, entrará ahora en una etapa de bloqueo por la cohabitación entre una mayoría parlamentaria liberal y un presidente ultraconservador que vetará cualquier reforma. Nawrocki, historiador no muy objetivo que digamos y, en su juventud, futbolista y boxeador, se declara irador de Trump, adoptó como lema el de «Polonia primero, los polacos primero» y ha proclamado que su victoria es la de los «polacos normales». Desde luego, ha arrasado en las zonas rurales del país y entre las gentes con pocos estudios, que son la mayoría.

En una época de saturación informativa, triunfan los lemas fáciles, y solo se puede ganar si se apela a las mayorías, por mucho que se quiera proteger a las minorías

Esta, creo, ha de ser una lección para los partidos liberales y de izquierda: en una época de saturación informativa, triunfan los lemas fáciles, y solo se puede ganar si se apela a las mayorías, por mucho que se quiera proteger a las minorías. Recuerdo aquel lema del «somos el 99 %» que caló allá por 2011 entre los movimientos sociales, y que dirigió esa rabia contra el 1 % de los multimillonarios. Pero estos son muy listos y, a través de los dispositivos que filtran nuestra percepción del mundo, han conseguido desviar la atención hacia otros chivos expiatorios.

También allí divide la cuestión europea. Como en la España de hace un siglo, la mitad de polacos ve Europa como una solución y la otra como una amenaza a los valores tradicionales. A Ursula von der Leyen, para colmo alemana, la ven como una señorita Rottenmeier, la estricta institutriz de Heidi, que amarga con sus regulaciones.

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