Opinión | El trasluz

Menos humanidad

¿El litro de detergente que nos venden hoy en el súper es el mismo litro del año pasado?

Un carrito de la compra en un pasillo de un supermercado.

Un carrito de la compra en un pasillo de un supermercado. / EFE

Me pregunto si hay gente encargada de vigilar que un kilo pese siempre un kilo. Y no me refiero a las grandes instituciones, claro. Ya estudié, no recuerdo dónde, que existe una ciencia de las mediciones cuyo organismo clave es el Bureau International des Poids et Mesures (BIPM), con sede en Francia. En otras palabras, que en los niveles grandes un kilo sigue siendo un kilo y un metro sigue siendo un metro. Otro asunto es cuando descendemos a la vida cotidiana, a la calderilla, como si dijéramos, de la existencia doméstica. ¿El litro de detergente que nos venden hoy en el súper es el mismo litro del año pasado? Pues parece que no, que ahí los litros, los metros y los kilos cambian de peso, de cantidad o de tamaño según convenga a las marcas. Abundan los kilos de 850 gramos y los litros de 900 centilitros y los metros de 750 centímetros. Es el contrasentido de la vida en los tiempos del capitalismo feroz.

Se recorta todo. De repente, la suela del zapato cuyo modelo llevas comprándote toda la vida es más delgada. No te habrías dado cuenta de no ser porque después de caminar un par de horas te duele la espalda y antes no. ¿A qué se debe? Al recorte invisible de la suela. Notas cosas raras, claro, percibes una extrañeza a la que te cuesta dar nombre, cuando regresas, por ejemplo, del mercado con la compra de siempre, aunque el carrito pesa menos. Pesa menos porque la hogaza de pan de medio kilo es de 450 gramos. Vamos sumando gramos de este producto y de aquel otro y al final resulta que te han escamoteado varios kilos. No es que la nevera haya crecido, es que su contenido ha disminuido como los asientos de turista del avión o del tren, donde poco a poco nos han recluido en una grieta a la que continúan denominando asiento.

Una mosca, sin embargo, sigue siendo una mosca y no un 80% de mosca. Las moscas no necesitan un organismo internacional que regule las cantidades de mosquidad contenidas en un solo individuo. Son honradas, no nos dan gato por liebre, de ahí que cada día me cueste más matarlas. De usted y de mí no se podría decir lo mismo porque la mano invisible del mercado no deja de disminuirnos. Tenemos más humanidad que ayer, pero menos que mañana.

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