Opinión | La curiosa impertinente

La pájara y su jefe

Margarita Robles y Pedro Sánchez.

Margarita Robles y Pedro Sánchez. / EL PERIÓDICO

Por el jardín se pasea una tortolilla despeluchada con las plumas alborotadas y un aire desvalido y terminal. Se acerca una y la tórtola ni se mueve, así que mantenemos al perro alejado, aunque no mucho, porque, si la ve el gato, no tendrá piedad. La tórtola es objetivamente fea, da pequeños vuelos a lo que alguna vez fue su nido y conmueve a la vez que provoca su poquito de repulsión. También mieditis aunque nada similar a esos pájaros de Linares que se lanzan como torpedos, no petardos, sobre los viandantes, como en el ataque a Tippi Hedren en la mítica Los pájaros. Hace no mucho, como a ella, aunque sin el terror posterior, me atacó un pájaro cuando paseaba por el Parque del Príncipe. Unos chicos seguramente en el descanso del Instituto me dijeron que las aves se portaban como locas porque estaban criando y que anduviera con cuidado. Desde entonces paseo con sombrero.

La tortolilla caída inevitablemente me ha recordado -se parece de verdad- a la imagen que circula por las redes de la cara de Robles sobre el cuerpo de lo que perfectamente podía ser la pájara de mi jardín, tocada con un casco cubierto con una espantosa tela azul. Mentiría si dijera que no me ha dado risa, porque la figura fea es cómica, vergüenza propia por reírme de la desgracia ajena y desconsuelo y asombro al constatar que a la aludida, mansa como mi tórtola y no brava como las valientes pájaras del parque, no le importó una breva el menosprecio, la deslealtad y la hipocresía de su jefe que por la mañana despachaba con ella en el Consejo de Ministros y por la tarde la deshumanizaba y animalizaba en su chat con su amiguete del alma, no sabemos si antes o después de que este se corriera sus contrastadas juergas. 

Todo muy edificante, aunque resulte obvio que llamar pájara por la espalda a una ministra de tu gobierno delito no es, faltaría más. Ya lo sabemos sin que Bolaños lo repita una y otra vez. Lo que revela es una doble faz granítica y un alma farisaica que no se merece ni la pobre y maltratada Margarita ni el pobre y maltratado pueblo español. 

Carmen Martínez-Fortún es profesora

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