Estrés

Una se consuela con la máxima de que nunca es tarde para aprender y considera que la única manera de mantenerse en formato asimilable a la juventud perdida es conservando la curiosidad sin que formen callo las desilusiones ni en el alma, más fácil porque entra en juego la voluntad, ni en el cuerpo, más difícil porque es duro luchar contra la naturaleza.

Opinión La curiosa impertinenteCarmen Martínez-Fortún

Enchufados

Conocía muchísimas especialidades médicas, pero desconocía la de medicina de estilo de vida hasta oír hablar de Rafael Guzmán, que no es geriatra, sino experto en psiconeuroinmunología, tiene una clínica en Córdoba, y trata la forma de llegar a la longevidad con energía, autonomía, vitalidad y capacidad para tomar buenas decisiones.

Puente de mayo

Este largo puente de mayo, de las polémicas por el no desfile militar en Madrid, de la trifulca entre renovables y nucleares, encuesta flash de Tezanos y resaca, sobre todo resaca, del apagón, una ha preferido centrarse en una entrevista al autor del libro Cómo llegar joven a viejo, título que llama la atención por el recurso estilístico y por presentar lo imposible como factible, algo que resulta un atractivo desafío.

OpiniónCarmen Martínez-Fortún

Paradojas

Y es que el experto afirma que el estrés mata más que el paso del tiempo, y una se ha acordado de otras afirmaciones similares como la de que no pesan los años, pesan los prejuicios, no pesan los años, pesan los kilos, no pesan los años sino los daños, no pesan los años sino la falta de entrenamiento adecuado, los años no pesan, pasan y alguna más que sería exceso.

Vencida de la edad sentí mi espada, decía Quevedo y culminamos la serie con un nuevo no pesan los años sino el cansancio. La hartura y la desesperanza. Los especialistas en estilo de vida pueden aconsejarnos que huyamos del estrés. Consejo bienintencionado y perfectamente inútil. Pues en sus competentes manos ni está ni estará librarnos de los incompetentes capaces de convertir un lunes cualquiera en una noche súbita, sin explicaciones, sin disculpas, entre amenazas y con la incertidumbre de transformar en crónica esta repentina y bravuconamente negada más de hasta tres veces indefensión.

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