Crítica musical

Ana Belén I de Mérida

Cómo no estar enamorado de la estrella del Stone&Music Festival

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Mérida

Uno le pide a Dios que la guerra no le sea indiferente, que es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente. Las guerras nunca son neutrales si hablamos de género. Un millón de mujeres y niñas soportan la peor parte en los territorios palestinos ocupados; están perdiendo la vida, enfermas, agotadas, representan una fuerza y humanidad extraordinarias por sobrevivir mientras la última alerta de la ONU pone el foco en el dolor, en la reseca muerte, para que no nos encuentre vacíos y solos sin haber hecho lo suficiente.

La energía

Ana Belén: tul, volantes y el naranja como talismán, el color que en esta noche de tregua contra el calor nos da la misma energía que ella irradia sobre el escenario que ha vuelto a hacer suyo para defender a las madres y a sus hijas que caminan de puntillas en el paisaje del horror. Es imposible no estar enamorado de Ana Belén, primero por su valentía, por el coraje de cantar 'Que no hablen en mi nombre', el tema que habla también de todas esas mujeres dispuestas a que no les abofeteen la otra mejilla después de que una garra les arañó esta suerte.

Recuerdo a Ana Belén siendo Electra, la hija de Agamenón y Clitemnestra, una de las grandes tragedias del teatro universal. Y ella, poniendo en solfa el peso de la tradición, la lealtad, el rencor y la venganza. Una mujer que veía cómo su padre asesinaba a su hermana y cómo su madre acababa con su progenitor. "Solo le pido a Dios que el engaño no me sea indiferente, si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente".

El Teatro Romano

Ana Belén habla de los efectos de una pandemia que nos desbarató y de esa concatenación de hechos que ha derivado, también, en conflictos armados que tienen atenazado al planeta. En este otro universo, el de la ciudad fundada por el emperador Octavio Augusto para acoger a los soldados de las guerras cántabras, vuelve no siendo Electra, sino siendo ella misma, la mujer nacida en el 51 que acaba de cumplir, como si nada, 74 años. Ella, que cantó en 'Zampo y yo', que creció con el 'Yesterday', ha pasado por el Teatro Romano de Mérida en decenas de ocasiones. Aquí ha reído, ha gritado, ha llorado. Esta noche ha venido para cantar y abrir con su voz la décima edición del Stone&Music Festival.

A Ana Belén no le gusta mirar atrás ni tampoco le pesa lo vivido. Y sigue cantando, que es una manera muy hermosa de gritar, aunque desde arriba te cubran de negro o te cierren las puertas del cielo. La vida es una geometría, con sus curvas y sus rectas, y hay que tener una gran dignidad para cantar, en los tiempos que corren, 'Desde mi libertad'.

Vi a Ana Belén por primera vez en Barcelona cantando precisamente 'Desde mi libertad'. Luego ha he visto en otros muchos conciertos, aquí en Extremadura, en Madrid, en Almería... Y en todos ellos he seguido aún más fascinado por su presencia y su figura. Somos muchos los que nos hemos sentido identificados con esta canción, cuando estábamos sentados en el andén, viendo cómo a lo lejos silbaba el viejo tren, como sombra del ayer.

No es fácil ser de nuevo un solo corazón, sobre todo cuando te habías acostumbrado a ser una mitad sin saber tu identidad. Pero Ana Belén te empuja a marcharte, a ser tú mismo, a saber que eres capaz y que andas por tu piel. "Desde mi libertad, soy fuerte porque soy volcán, nunca me enseñaron a volar, pero el vuelo debo alzar". Canta Ana Belén y el teatro se pone en pie cuando apenas lleva tres canciones de su amplio repertorio.

Ana Belén es una diosa entre las columnas corintias del Teatro Romano, es un rayo de sol, bendecido por todos los planetas. Baila Ana Belén y su baile es melodía. Es abstraerse por un tiempo del ruido y dedicarte solo a ver, a saber mirar más bien, a escuchar. Es cierto que el tiempo pasa, que la humedad, con el transcurrir de los años, es mala para los huesos. Que ahora nos cargan las luces fosforescentes, pero que todavía nos queda 'A la sombra de un león', otro de los temas que ha popularizado y que ahora, con el universo de las redes sociales, es también tendencia en instagram.

Porque muchos hemos sido el interno 16, aquel que, tal vez, disfrazado de enfermero se escapó de Ciempozuelos con su capirote de papel. Y sí, compramos suerte en Doña Manolita y al pasar por la Cibeles quisimos sacarla a bailar hasta que el taxista chocó contra el Banco Central y nos devolvió de una patada a la realidad.

Vídeo | Ana Belén descubre la estrella-vinilo en el paseo de la música de Mérida

Javier Cintas

El nuevo disco

Ana Belén está a punto de sacar un nuevo disco. Se titula 'Vengo con los ojos nuevos' y la mayoría de las canciones las ha compuesto su marido, Víctor Manuel. En lo de ayer y en lo de hoy el dúo siempre acierta en todo lo que canta y escribe. Por eso, en esta noche magistral, el recinto romano del extremo sudeste de la urbe es testigo de una recopilación en la que 'Peces de ciudad' levanta de nuevo al público de la cavea: "El dorado era un champú, la virtud, unos brazos en cruz; el pecado, una página web" (como ahora). "En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Y tanto que es cierta esta letra: "Cuando en vuelo regular pisé el cielo de Madrid, me esperaba una recién casada que no se acordaba de mí".

Normal; si pasa el tiempo que vuela. Pero Ana Belén sigue cantando 'Lía', aunque le haya cambiado la letra a José María Cano y en lugar de decir 'líame a la pata de la cama' diga ahora 'líame hasta el fondo de la cama", y siga con la composición original: "No te quedes con las ganas de saber cuanto amor nos cabe de una sola vez".

Ay, el amor y su aristas, encarnado en el hombre del piano: "Toca otra vez viejo perdedor, haces que me sienta bien, es tan triste la noche que tu canción sabe a derrota y a miel". Y otra vez todos en pie y su hijo, David San José, dirigiendo una orquesta que suena perfecta. Cómo debe ser de fascinante ver a tu madre y que sea Ana Belén, y aún mas cómo de fascinante es oirla cantar otra de su nuevo disco, 'Bachátame'. Para los que tuvimos la suerte de escucharla en directo, es todavía mejor que cuando la vimos con Broncano en La Revuelta hace unos meses.

¡Qué bien baila Ana Belén la bachata! y qué canción tan real, tan de andar por casa. Es como cuando brindas por tu amor y lo haces como una insurrección. Es ese momento en el que tu corazón deja de caminar y una orquesta de bienaventurazas te conduce de nuevo al paraíso a lomos de un caballo ungido por la fuerza del espíritu. Y tú sigues recordando ese tiempo detenido. Y sigues preparando el café, y sigues por instinto, colocando dos tazas sobre la mesa, sintiéndote algo estúpido ante el despiste.

'Besos, ternura, qué derroche de amor, cuánta locura". Solo el que ha vivido un amor de verdad sabe de lo que hablo: "Derrochamos, no importaba nada, las reservas de los manantiales. Parecíamos dos irracionales, que se iban a morir mañana... Que no acabe esta noche, ni esta luna de abril, para entrar en el cielo, no es preciso morir..."

Porque gran parte de esta vida se reduce a 'agapimú', que en turco significa "amor"... "Entras en mi cuerpo como la lluvia entra en mi huerto... tocas mi cintura como la hiedra toca altura".

Gracias Mérida. Y todos, otra vez, de pie.

Y de ahí a 'España camisa blanca de mi esperanza'. Cuán hermoso es componer para hacer de la música la clave de la libertad, la apología de los derechos humanos, cal y caña, libres pero sin alas. El himno de la España de la joven Democracia, hoy más necesario que nunca para seguir intentando buscar y encontrar la concordia entre los españoles.

Toca el fin, que para que sea un buen fin ha de ser apoteósico, como un poema de Blas de Otero y Luis Cernuda, como una mañana de hotel o una tarde de alcoba con vistas a la montaña, o como Ana Belén I de Mérida, la reina de la antigua Lusitania: "Oh Balance, Balance, quero dancar con voce, entra en la rueda moreno por ver". Oh, váyanse, váyanse.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents