Entrevista | Esther López Nieto Responsable de la unidad de investigación de terapia celular

"Hay una barrera a la hora de estudiar enfermedades ginecológicas"

Estudió Veterinaria y elaboró su tesis en el Departamento de Fisiología. Comenzó con un contrato asociado a un proyecto de investigación en el Centro de Cirugía de Mínima Invasión de Cáceres, donde lleva siete años

Esther López Nieto en su centro de trabajo investigando.

Esther López Nieto en su centro de trabajo investigando. / Cedida

¿Cuál es su cometido en el Centro de Cirugía?

Soy responsable de la Unidad de Investigación de Terapia Celular. A mi cargo tengo dos tesis doctorales, trabajo con los técnicos de laboratorio y generalmente me encargo de coordinar la Unidad de Terapia Celular. Mi labor es gestionar solicitudes y trabajos, solicitar proyectos, participar con otras unidades en distintos planes de investigación y en la redacción de artículos para difundir nuestros avances.

¿En qué consiste exactamente la terapia celular?

Se trata de una terapia bastante novedosa que se encuentra ahora mismo en auge. Consiste en el tratamiento con células madre de diferentes enfermedades: se aíslan las células madre de diferentes tejidos y en el laboratorio se caracterizan para evidenciar ese potencial terapéutico que evaluaremos in vitro. Luego observaremos el poder terapéutico que tienen las células en vivo en diferentes patologías, para desarrollar estas terapias. Nosotros no trabajamos con pacientes humanos, realizamos una investigación más básica para evidenciar si la célula tiene ese poder terapéutico, por ejemplo, si hay diferentes factores, y evaluamos los efectos terapéuticos. Nos quedamos en el ensayo preclínico.

¿Por qué resulta tan importante la terapia celular?

Porque hay muchas enfermedades que todavía necesitan cura. Hablamos de una terapia muy versátil, que tiene mucho potencial que aún está por descubrir. Es un proceso en el que una célula viva se puede modificar para extraer ese potencial terapéutico. Sin embargo, estamos ante una terapia bastante novedosa en la que se necesita todavía mucha investigación a lo largo del tiempo.

¿En qué tipo de enfermedades se está investigando esta terapia?

Nosotros principalmente trabajamos en ensayos preclínicos con enfermedades cardiovasculares, con un proyecto en el que hemos aislado células madres de tejido cardíaco y han sido istradas en modelos animales de infarto de miocardio. Tiene el objetivo de mejorar esa funcionalidad cardíaca que se ha perdido tras el infarto. También hemos evaluado la capacidad de estas células en vivo de cómo actúan sobre el sistema inmune para favorecer la recuperación del paciente, y en la regeneración propia del miocardio.

¿Qué momento vive la ciencia? ¿Cree que se invierte lo suficiente en investigación?

Por supuesto, se necesita mucha más investigación. Se ha evidenciado en el caso de la pandemia: se ha visto la necesidad de la investigación como la base del desarrollo de un país. Creo que es muy importante invertir más en ciencia y en la carrera investigadora de los científicos. Ello repercute en el futuro del país y en sus pilares.

¿En la comunidad extremeña se invierte lo necesario?

En Extremadura la verdad es que no se invierte mucha ciencia, se trata de una asignatura pendiente. Creo que se deberían aumentar los presupuestos y eso significaría el desarrollo de la comunidad. Mucha gente que se dedica a la investigación, o debe salir de Extremadura, o debe salir al extranjero. En mi caso, tengo la suerte de trabajar en un Centro de Cirugía Mínima Invasión, donde me han dado la oportunidad de continuar mi carrera de investigadora. Es uno de los pocos centros que invierte en la carrera investigadora en la región.

¿Y cómo se encuentra la mujer en el ámbito de la ciencia?

La mujer en la ciencia es un reflejo de la sociedad. A nivel predoctoral, tanto hombres como mujeres están bastante igualados en número, quizá incluso las mujeres se encuentran por encima. Sin embargo, a medida que avanza la carrera de investigadora y que ascendemos a puestos superiores, se ve como aumenta el número de investigadores hombres y disminuye el de mujeres. Es lo que se conoce como techo de cristal, y se evidencia en el número de catedráticos. Por ejemplo, en la Universidad de Extremadura son un 25% de mujeres frente al 75% de hombres.

¿Hay segregación de género a la hora de investigar?

No creo, al final fisiológicamente sí que hay diferencia entre la mujer y un hombre, no creo que se dirija la investigación hacia un género u otro. Sin embargo, por ejemplo, nosotros estamos trabajando también en la patología de la endometriosis, que es una enfermedad que afecta a una alta población femenina, y ahí se producen muchas carencias, sobre todo con el tabú que existe con las mujeres y la menstruación. Hay una barrera que tenemos que derribar e investigar más en las enfermedades ginecológicas, que parece que la mujer se queja de la menstruación porque tiene que ser mujer y le tiene que doler, cuando no es así. En ese sentido sí que hay que avanzar más sobre esa patología.

¿Por qué cree que hay una barrera para estudiar las enfermedades ginecológicas?

La menstruación ha sido siempre algo tabú, algo que hemos normalizado, que la menstruación tenga que ser algo doloroso, que tengamos que estar mal unos días del mes, eso no tiene por qué ser así, porque en realidad existe alguna patología detrás que hay que estudiar. En ese sentido tenemos que derribar esas barreras e investigar más sobre las enfermedades ginecológicas. Al final la endometriosis se infradiagnostica, existe un elevado porcentaje de mujeres que la padecen, ocasiona dolor y sangrado abundante, hay que investigar más sobre estas patologías que al final parece que están normalizadas en las mujeres.

Junta de Extremadura.

Junta de Extremadura. / JuntaEx

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