Baloncesto. Tercera FEB

Dani Lara, corazón pacense y sangre ‘catovi’ en el Sagrado

Nacido en Badajoz de padre pacense y madre cacereña, de la conocidísima familia Caldera, está siendo una de las sensaciones en el grupo D-B con 10,3 puntos y 2,3 asistencias. Acaba de cumplir los 20 años y estudia Psicología

Dani Lara, antes de un entrenamiento del Sagrado esta semana.

Dani Lara, antes de un entrenamiento del Sagrado esta semana. / Jorge Valiente

Javier Ortiz

Javier Ortiz

Cáceres

Si Extremadura fuese jugador de baloncesto, sería Dani Lara: de padre pacense y madre cacereña, joven, con talento y emergente. Es una de las sensaciones de la temporada en el grupo D-B de la Tercera FEB, siendo importante en la buena temporada del Lithium Iberia Sagrado. Sus números (10,3 puntos, 3,5 rebotes y 2,3 asistencias en 28 minutos de media en pista) cogen mayor realce cuando se mira su fecha de nacimiento, que indica que acaba de cumplir los 20 años (10-1-2005).

Sus padres, Isidro Lara y Yolanda Caldera, también jugaron al basket en su juventud. Ella es de una conocidísima familia cacereña y se trasladó a Badajoz, donde nació el chico. «La buena era mi madre, la que tenía talento era ella», cuenta con desparpajo. Está siendo una semana feliz tras la victoria en el derbi ante el Moraleja (84-69), en la que anotó 19 puntos al ritmo vertiginoso que le caracteriza.

 Y eso que dice que de niño le atraía mucho más al fútbol. De eso le ha quedado el número 23 que luce, que podría pensarse que es por Michael Jordan. Pues no. «Me lo puse ya de niño porque era el que llevaba Isco en el Real Madrid en una época en la que me encantaba cómo jugaba», confiesa.

Lithium Iberia Sagrado Corazón.

Lithium Iberia Sagrado Corazón. / E. P.

Sus orígenes con la canasta hay que buscarlos en la pacense Escuela Deportiva Guadalupe. «Un día quería probar otro deporte y junto a mi hermano escogí el baloncesto. Me entrenó Antonio Barril desde chiquitito y fui mejorando, subiendo a categorías superiores, yendo a las selecciones extremeñas», recuerda. Hizo una amistad excepcional con su ‘Zape particular’, JavierPinilla, ahora en Burgos.

Hace tres temporadas se incorporó a la CBA, la academia de Rob Orellana que se instaló en Badajoz procedente de Canarias. «Los dos primeros fueron los mejores años de mi vida. Ganamos los campeonatos junior, debuté en Liga EBA... Sin embargo, en el tercero no salieron las cosas como esperaba», apunta. Así es que su deseo el pasado verano fue sentir otros aires en la cara y probar suerte en el Sagrado, con quien también le unían algunos vínculos a nivel familiar. «Notaba que allí ya estaba en mi zona de confort y que necesitaba un cambio, explorar cosas nuevas, salir de casa por primera vez», explica. 

Futuro psicólogo

Lara vive con un pie en Cáceres, en el piso que comparten varios jugadores del Sagrado, y Badajoz, donde continúa matriculado en segundo de Psicología, una carrera que le apasiona y que asegura llevar muy bien en cuanto a notas. «La mente humana me da mucha curiosidad y me hablaron bien de esta carrera. Siempre he tenido la suerte de que mis padres son de estos que siempre tienen los pies en la tierra y me han hecho muy consciente de la importancia de los estudios. A la mínima que flojeaba ahí, me quitaban el baloncesto», cuenta. 

Según afirma, «esperaba tener una buena temporada, individual y colectivamente, y al principio me costó un poco la adaptación. La pretemporada jugué regular, pero he seguido hacia adelante, sin cambiar nada, y estoy bastante mejor ahora».

La baja permanente de Matteo Casero por lesión le ha dado más cancha y posibilidad de mirar al aro rival. No es un base clásico, sino más bien alguien adicto a la velocidad. «¡Es que a mí lo que me gusta es correr!», exclama. Así es que no es raro que la mayor parte de su brillo se concentre en las segundas partes, cuando el rival está cansado y ya le cuesta más seguirle: «lo aprendí en la CBA. Rob [Orellana] me repetía que tenía unas piernas privilegiadas y que tenía que aprovecharlas».  

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