¿Hacia dónde vas, Semana Santa cacereña?

Saboreando aún el último día de esta agenda de la Semana Santa cacereña que nunca da descanso, sería fácil caer en la autocomplacencia habitual. Con todo, parece más útil una reflexión (mínimamente) autocrítica, que nos enfoque los retos a los que, nos guste o no, nos enfrentamos para con el futuro. Siempre a partir del absoluto reconocimiento y respeto a los cofrades y cofradías, verdaderos artífices de este ancestral milagro anual. ¿Hacia dónde vamos? …y… ¿Hacia dónde podríamos -o deberíamos- ir?

Tres focos proponemos: las cofradías, el evento anual, el futuro de la Semana Santa cacereña. Y una idea base (quizás no compartida): nuestra Semana Santa ha alcanzado ya un calado, un prestigio y un nivel de exigencia tales, que exceden del solo alcance y capacidad de las cofradías (aún agrupadas) para ser gestionado en su totalidad como otros hacen (y hacen bien).

Cáceres proyecta su Semana Santa al mundo en el año clave para la capitalidad

Como cofradías, nos falta rigor y seriedad, individual y colectivamente (no hablamos de silencio o forma de procesionar). Cáceres tiene un tamaño en el límite entre lo grande y lo pequeño, y sufre algunos males de ambos tamaños: los problemas organizativos de las fiestas grandes, pero a la vez, las pequeñas debilidades humanas de los sitios pequeños en los que personas individuales influyen, en el todo, más de lo que sería razonable. Esto se ve aún en muchas decisiones, y también en muchas relaciones, y en buena lógica ya no debería ser así. Faltan estrategias globales, ambiciosas, visiones de medio y largo plazo. Parecemos conformarnos con que sea así, con que siempre ha sido así… Luego, otras ciudades –incluso próximas- nos superan, nos dan ejemplo, y nos preguntamos el por qué…

Un gran nivel de exigencia

Como evento, es sensato pensar (y humilde, aceptar) que la celebración ya ha cogido un gran tamaño y nivel de exigencia; tamaño que supera lo resoluble por solamente las cofradías como si fuesen agentes exclusivos. Ya hay más agentes importantes. La Pasión Viviente ya es Semana Santa; el Ayuntamiento aportando cada año más; el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica; mayores exigencias a Policía-Jardines-Infraestructuras... Además, muchas decisiones, muchas cuestiones, ya son de ámbito ciudad más que solo del ámbito de la Unión de Cofradías Penitenciales (U): estrategia en las presentaciones en otras ciudades; en la promoción externa, en los pregoneros; estrategia en los carteles como primer potente mecanismo de divulgación e identidad para con la ciudad (este año, incluso nuestras hermanas extremeñas nos han dado una lección). Sin que sea un aviso a navegantes, esta ciudad esta abocada a un futuro Consejo de la Semana Santa, donde el rigor y la estrategia (cuasi profesionales, cabría decir) en muchos asuntos, sustituyan a las soluciones basadas en el sufrido sobreesfuerzo de solo unos pocos.

Y en tercer lugar, como futuro, porque la declaración de Interés Internacional nos exige -y mucho- como cofradías, como ciudad…, fruto de que lo que hacemos –procesionar- lo hacemos más y cada vez mejor. Y ahora que esa declaración FITI (Fiesta de Interés Turístico Internacional) es –digámoslo cortésmente- más fácil de alcanzar (éste es un hecho demostrable), habría que fijar objetivos con otras ciudades hermanas, y buscar un nuevo nivel basado en lo que realmente nos distingue e identifica: Semanas Santas FITI en ciudades patrimonio mundial.

El futuro mira, curiosamente, a nuestro pasado, a lo que hemos hecho siempre por Pascua en esta ciudad : ser Jerusalén una semana al año, hacerlo de una manera singular en su variedad, y como nos enseñaron nuestros mayores.

* El autor es cofrade.