"Es importante humanizar el trato con el paciente y tener en cuenta su voluntad"

Con más de tres décadas de experiencia clínica y el honor de haber sido el primer fisioterapeuta osteópata de Extremadura, Agustín Luceño Mardones (Cáceres, 1962) sigue compaginando la atención privada en su clínica con la enseñanza a lo largo del mundo y su faceta investigadora. Una labor que le ha valido numerosos reconocimientos, como su reciente ingreso en la Real Academia de Medicina de Cádiz, y para la que reclama mayores recursos a nivel nacional.

Fisioterapia y osteopatía

-A grandes rasgos, qué diferencias existen entre la fisioterapia y la osteopatía?

Ambas se apoyan cada vez más en estudios científicos. La fisioterapia es una disciplina que utiliza diversos medios físicos, como la terapia manual, el ejercicio terapéutico, el calor, el frío, la electricidad, el ultrasonido y el láser. Mientras que la osteopatía está más enfocada en el diagnóstico y tratamiento manuales, junto a las pruebas complementarias. Además, está desarrollada para relacionar las distintas partes y sistemas del cuerpo, por lo que es fundamental tener una visión más global de la salud. 

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-Sin embargo, parece que se tiende a cuestionar al osteópata frente al fisioterapeuta.

Digamos que hay cierto desconocimiento, aunque depende del país. Por ejemplo, en Estados Unidos, cuna de la medicina osteopática, no está cuestionado. Actualmente, en muchos países de Europa es una carrera independiente y en otros países es una especialización sanitaria universitaria, generalmente de fisioterapia, que es el modelo que tenemos en España. Aquí la osteopatía es una parte de la fisioterapia y así lo dictaminó el Tribunal Supremo en 2021.

Patologías

-¿Cuáles son las principales patologías que presentan sus pacientes?

Hay muchas, pero las más comunes suelen ser las hernias de disco, dolores de espalda, ciáticas, cervicalgias, esguinces de tobillo, migrañas, vértigos o problemas de articulación mandibular, y para todas hay técnicas muy concretas. También recuperación del olfato postcovid o gripe, problemas de reflujo gastroesofágico en adultos y bebés y, al dedicarme a la osteopatía pediátrica, veo muchos casos de plagiocefalia, obstrucciones del canal lacrimal en bebés, cólicos del lactante, otitis y la revisión osteopática del recién nacido, cada vez más estudiada. 

-¿Qué importancia tiene la prevención para reducir el riesgo de sufrir dolencias o afecciones?

Es fundamental y, en general, todo lo que sea prevenir es mejor que curar, como dice el refrán. El ejercicio físico es importantísimo, al igual que la prevención de factores de riesgo fundamentales, como son el sedentarismo, el tabaco o el alcoholismo, para mejorar la longevidad y la calidad de vida, además de reducir el estrés. Cuando no hay salud emocional, todo empieza a venirse abajo. De hecho, el sistema inmunitario cae durante seis horas simplemente por unos minutos de estrés intenso, con el peligro de tener una depresión inmunitaria que permita desarrollar más fácilmente cualquier infección.

-¿Y cuáles son los factores que tienen mayor influencia?

Las cuestiones físicas y emocionales, la alimentación y cuestiones ambientales como el ruido. El estrés a largo plazo siempre es malo, por eso recomiendo las técnicas de relajación, pasear, hacer ejercicio, deporte o cualquier actividad que sea placentera para la persona. Por ejemplo, se ha comprobado científicamente que bailar previene el deterioro cognitivo en ancianos y, para los que presentan ictus, el simple hecho de ver bailar mejora su función cerebral. Estos aspectos biopsicosociales están muy considerados y lo viene diciendo la medicina psicosomática, que está basada en mejorar los aspectos biológicos, psicológicos y sociales.

Entrevista con el fisioterapeuta y osteópata cacereño Agustín Luceño

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Vínculo con el paciente

-¿Qué papel juega la relación y el trato con el paciente?

Ese es uno de los tres pilares fundamentales en medicina psicosomática o psicosomatología. Consiste en humanizar el trato con el paciente, algo que es muy difícil si solo se tienen cinco o diez minutos con cada uno, que es lo que ocurre muchas veces en las consultas. Es importante tener una buena relación y respetar sus derechos, dar a elegir y no imponer los tratamientos. La práctica basada en la evidencia se fundamenta en la mejor evidencia científica disponible, pero también en las habilidades del terapeuta y en las preferencias del paciente. Hay que adaptarse a cada persona y no empeñarse en hacer lo que nos parece más idóneo, si no tener siempre en cuenta su voluntad y, en caso de que se niegue, hacer uso de otras técnicas o tratamientos.

-¿Y qué importancia tiene el vínculo entre la mente y el cuerpo del paciente en el enfoque terapéutico?

Las relaciones son enormes y en ambas direcciones. Muchas personas presentan dolores de espalda, de cuello o de cabeza debido a que están pasando épocas de estrés, y hay otras que se encuentran muy bien pero, al enfermar un familiar, comienzan con dolores o gastritis por diversos mecanismos, como tener el cortisol alto en sangre o un peor descanso. Es decir, no se debe a cuestiones etéreas, sino que también tiene un correlato en cómo se activan áreas de cerebro que están alerta, que la persona se anula en muchos aspectos, la toma de decisiones puede ser errónea y, en general, hay más lesiones deportivas cuando hay fatiga o distracción. Hay estudios muy interesantes en medicina psicosomática que estudian la relación cuerpo y mente. Por ejemplo, en Estados Unidos comprobaron que en una planta de cirugía los pacientes de las habitaciones con vistas al jardín estaban más relajados y con menos estrés que los que tenían vistas al edificio de enfrente. Esto resultaba en menos quejas y en una reducción de los días de ingreso debido a la menor infección de las heridas.