Entrevista a Carmen Heras (I)

Carmen Heras: "Hubo muchos cacereños que no quisieron votarme por no ser catovi"

Carmen Heras (Zamora, 17 de noviembre de 1948) lleva vinculada a Cáceres más de media vida. La que fuera primera alcaldesa de la ciudad, entre 2007 y 2011, reconoce sentirse feliz fuera del foco mediático y disfrutando de su nueva vida alejada de la política y la enseñanza. A sus 76 años recién cumplidos, repasa su trayectoria, trata de pasar página sobre el caso de los ruidos de La Madrila, que la llevó a salir del partido por la puerta de atrás, y ofrece su visión sobre la actualidad local y nacional

Carmen Heras: "Muchos cacereños no quisieron votarme por no ser catovi"

Carmen Heras: "Muchos cacereños no quisieron votarme por no ser catovi" / Jorge Valiente

Gonzalo Lillo

Gonzalo Lillo

Cáceres

¿Qué recuerdos guarda de la infancia en su Zamora natal?

Allí tuve una infancia feliz, criada en una familia de clase media sin grandes lujos pero donde nunca me faltó lo fundamental. Soy la mayor de dos hermanos y tengo recuerdos muy agradables en familia. Desde pequeña me inculcaron que hay que ser honestos y trabajar por el bien común de la sociedad y mi padre decidió llevarme a un colegio privado porque siempre dijo que había que invertir en educación para poder salir adelante. Allí coincido con gente de la burguesía de Zamora y empiezo a percibir el contraste entre clases.

¿Cómo fueron esos primeros años lejos de su familia?

Gracias a mi padre, porque el resto se oponía, fui la primera universitaria de la familia en una época donde no era habitual que las mujeres estudiaran. Con 17 años me fui un año a Salamanca y luego a una residencia universitaria en Valladolid para estudiar Ciencias Físicas. Era el 68, con Franco a punto de morir, y existía la visión de que tenías que formarte culturalmente. Además, la universidad es el vivero político por excelencia. La carrera era dura, éramos dos mujeres y lo demás eran hombres, pero de la universidad tengo un recuerdo fabuloso porque fueron años de gran dinamismo y viví las primeras manifestaciones universitarias, por lo que tuve unas vivencias fortísimas.

En 1973 llega a Cáceres para trabajar como profesora en la UEx. ¿Qué supone pasar directamente de ser alumna a dar clases?

Siempre he tenido la vocación de enseñar, por lo que cuando me surgió la oportunidad de venir a Cáceres para dar clases de Matemáticas en la carrera de Magisterio no lo dudé y estuve en un colegio universitario frente al Diocesano, ya que aún no había universidad. Hay que tener en cuenta que el profesorado estaba muy envejecido y yo llegué con 24 años a dar clases a alumnos que tenían 20. El primer día entré en una clase con minifalda y la gente alucinó. Pero luego tenía que tener autoridad. Me preparaba las clases a conciencia, siguiendo pequeños esquemas, pero llegaba y me temblaban las piernas porque de primeras soy tímida y no podía mostrar ninguna debilidad. Tuve que demostrarme a mí misma que podía y con el tiempo fui ganando seguridad.

¿Qué le lleva a cambiar la enseñanza por la política?

En esa época tenía un grupo de amigos que eran militantes del PSOE, con un afán renovador y con la idea de que España tenía que cambiar y aprender de los países europeos, y me convencieron para pedir la isión en el partido. Al llevar muchos años como directora de la Facultad, ya era conocida en los ámbitos sociales de la ciudad, así que en el 95 me llamaron para ir en la lista municipal del Ayuntamiento de Cáceres.

¿Se arrepiente de esa decisión?

En absoluto, con lo positivo y lo negativo. Incluso te diría que todo el mundo debería trabajar en la vida política alguna vez para conocer por dentro todo el engranaje y poder hablar con propiedad y objetividad, ya que muchas veces hablamos sin conocimiento de causa y somos muy crueles en el juicio. Tú puedes querer hacer cuatro puentes y cinco casas de cultura y a veces no las puedes hacer y no porque te falte la idea, sino porque no hay dinero o se destina a otros proyectos.

Después vino su etapa como alcaldesa de Cáceres, de 2007 a 2011. ¿Qué siente al ser la primera mujer que llegó al sillòn municipal ?

Mucho orgullo. Llegué por primera vez en el 73 y aquí sigo. Cáceres se ha acabado convirtiendo en mi segunda ciudad, por no decir que la primera. Aquí tengo mi vida y es donde se ha desarrollado toda mi trayectoria vital. Por eso no considero legítimo que durante el periodo electoral organizaran una campaña contra mí divulgando que al no ser ‘catovi’ (de Cáceres de toda la vida) no podía gobernar por no conocer la ciudad como alguien nacido aquí. Hubo muchos cacereños que no querían votarme por esa razón.

A Cáceres la veo parada o por debajo del ritmo que debería tener por ser una capital de provincia

Carmen Heras

— Exalcaldesa de Cáceres y profesora de Didáctica de las Matemáticas

¿Tiene alguna espina clavada durante ese periodo?

Sí, me cogieron varias crisis, entre ellas la de los autobuses, la gran nevada y, sobre todo, la crisis de 2008, que fue tremenda porque desde Europa impusieron una serie de restricciones que afectaron a todos los niveles y que tuve que llevar a cabo, lo que provocó mucho resquemor en algunas personas y se acabó utilizando en mi contra. Siempre me ha quedado la pena de no poder terminar varios proyectos que estaban en curso por la falta de tiempo. Todos ellos acabaron anulados en la posterior legislatura. Como el Pabellón de Ferias y Congresos o el Mercado Franco, que había una parcela del ayuntamiento en La Mejostilla donde íbamos a llevar a cabo un sitio físico con todo tipo de equipamientos, y también el de un nuevo cementerio, que sigue haciendo falta. Pero así es la vida, el pueblo votó y decidió que viniese otro gobierno.

¿Cómo ha llevado la transición a su vida actual?

Al dejar la política me fui a mi plaza de la Universidad. Al principio me costó y me sentía observada, pero llegó un momento donde me serené anímicamente y me ayudó estar en un ambiente académico con gente joven. Me bajé del coche oficial y me subí al autobús de línea para dejar de tener tonterías en la cabeza. Cuando me jubilé en 2019, me entró de nuevo el vértigo al no saber qué hacer y justo llegó la pandemia. Al terminar, me tocó adecuarme a mi nueva vida y ahora he vuelto a reencontrarme con mi vida privada y personal, algo que considero muy importante.

¿Sigue dolida con el Partido Socialista?

Ya no lo estoy, es un capítulo que ya está cerrado. De hecho, sigo manteniendo amistad con mucha gente del partido, es decir, sé diferenciar muy bien lo que es el partido como entidad de lo que son las personas, con las que no tengo nada en particular.

Es innegable que la forma de hacer política ha evolucionado con el paso de los años, ¿qué diferencias destacaría?

Ha cambiado muchísimo. En mi época había como mucho cuatro partidos, y en Extremadura también estaba uno regionalista que Ibarra supo representar muy bien, aunque luego dejaron de ser tan útiles. A nivel nacional, estaba el bipartidismo y los partidos nacionalistas, que no tenían tanto peso como ahora. El voto se ha fraccionado mucho y es imposible que un partido logre la mayoría absoluta, por tanto la forma de gobernar ha cambiado radicalmente y hay que escuchar lo que dice el resto. Si a eso le añades que todo el mundo habla, escribe, juzga y todos saben de todo, la política se ha convertido en algo mucho más complicado.

¿Cómo ve la ciudad con el actual equipo de gobierno?

A Cáceres la veo parada o por debajo del ritmo que debería tener por ser una capital de provincia. También creo que los ciudadanos tendrían que hacer otras cosas. Entonces, es un poco la pescadilla que se muerde la cola. Cáceres merecería tener más nervio, más ebullición y más motivación, pero no lo achaco solo al actual equipo de gobierno porque tampoco puede hacerlo todo debido a la falta de recursos humanos y materiales. Pero al igual que lo hago con mi persona, le exigiría a la ciudad que tuviera un poquito más de ganas y de garra en ciertos aspectos.

¿Le preocupa la coalición con Vox?

Hay cuestiones de la extrema derecha que evidentemente no me gustan, pero creo que se exagera mucho y que hay que ver las cosas con cierta objetividad. No me gusta la forma radical de decir ciertas cosas pero hay que fijarse más en las cuestiones que afectan a la vida de los ciudadanos para ver si eso es lo que necesita. Sobre todo en los gobiernos locales habría que ir menos a la etiqueta o al eslogan y pensar por uno mismo dentro de un ideario. Creo que nos sobra mucha testosterona y si una idea es digna, es digna y si una idea es mala, me da igual quien la diga porque es mala.

¿Cree que falta oposición?

Me gustaría que además de señalar lo que se hace mal hubiera un proyecto claro y visible para la ciudadanía por el que la oposición deba gobernar, sea cual sea el partido, porque si no sé qué me quieres ofrecer para qué voy a cambiar el voto. Pero eso es algo que no se hace de un día para otro.

Su proyecto de capitalidad cultural no pudo cumplirse. ¿Cómo lo recuerda y cómo ve la actual candidatura?

Fue un proyecto muy bonito que no conseguimos porque el método de selección es cómo es y entran otra serie de variables aparte del propio proyecto. Sin embargo, a mí no me quedó mal sabor de boca porque durante los dos años de preparación hicimos mejoras, realizamos muchas actividades en la ciudad y hubo como una especie de motivación colectiva entre muchos cacereños. Con respecto al actual, no puedo decir nada porque desconozco lo que se está haciendo.

¿Qué piensa sobre el polémico proyecto de la mina de litio en Cáceres?

Me pasa lo mismo, no tengo mucha información más allá de lo que leo en los periódicos. En 2019 escuché una charla de la plataforma en contra de la mina, pero no conozco el tema a fondo, ni los informes en profundidad, por lo que al no tener toda la información no puedo tener una opinión formada.

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