Víctima de la represión

José Gómez se entierra en Badajoz 84 años después de su muerte en la cárcel franquista de Orduña (Vizcaya)

Su familia recibió sus restos en el cementerio viejo donde fue reinhumado junto a su mujer y a uno de sus hijos

VÍDEO | La familia de José Gómez lo recupera 84 años después de su muerte en la cárcel franquista de Orduña (Vizcaya)

Jonás Herrera

Jonás Herrera

Jonás Herrera

Badajoz

«Ya estás con tu mujer y tu hijo», dijo Encarna Gómez en el momento en que la pequeña urna marrón en la que llegaron los restos de su padre, José Gómez Narváez, era introducida en el nicho en el que reposará para siempre en el cementerio viejo de Badajoz

Gómez Narváez fue uno de los 127 extremeños que mataron en la cárcel vasca de Orduña (Vizcaya). Esta prisión fue levantada en 1937 en el colegio de los Padres Jesuitas. En los primeros momentos albergó a prisioneros leales a la República y, a partir de 1939, para presos calificados por los fascistas como desafectos al régimen. Los extremeños, 125 de la provincia de Badajoz y 2 de la cacereña, llegaron procedentes de los campos de concentración de Castuera y de Santo Domingo (Mérida), así como de las cárceles de la región. El trabajo de exhumación de restos lo ha desarrollado Gogora - Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos del Gobierno de País Vasco. 

«Murió en la cárcel, de pena y de hambre»

Gómez Narváez fue uno de los restos exhumados de una fosa común del cementerio de Orduña. Tras la identificación por ADN los restos de este vecino de Castuera (Badajoz) vuelven a su tierra. Era carpintero de profesión, residía en la población pacense de La Haba junto a su mujer y sus cuatro hijos. Fue condenado a 20 años por ‘auxilio a la rebelión’ y tras pasar por varias instituciones penitenciarias extremeñas, el 25 de febrero de 1940 ingresó en Orduña donde murió el 6 de abril del 41.

«Mi hermano nos trajo a Badajoz sin saber a dónde veníamos», cuenta Encarna Gómez. Cuando nació, su padre no la pudo inscribir con el nombre que quería, Libertad, y tuvo que ponerle Encarnación. Tiene 89 años y su padre murió cuando ella era un bebé: «No lo conocía, solo por el retrato», detalla. A su madre, Modesta la encarcelaron también. Una vez libre, su hermano Francisco se hizo cargo de la familia: «Fue como mi padre, él me crio», dice Encarna

Encarna Gómez, hija de José Gómez Narváez, durante el acto de reinhumación de este en el cementerio de Badajoz.

Encarna Gómez, hija de José Gómez Narváez, durante el acto de reinhumación de este en el cementerio de Badajoz. / J. H.

«Desde que era una niña supe lo que habían hecho con mi padre. Él murió en la cárcel, de pena y de hambre», relata Gómez. No fue el único represaliado, también su hijo mayor fue asesinado en una cuneta en La Haba. «Le dijeron a mi madre que no llorara porque si no la mataban también a ella», cuenta. 

Sin cerrar el círculo

El cuerpo de su hermano aún no lo han recuperado, aun así, ha vivido con mucha emoción este miércoles: «Estoy muy contenta de que esté junto con su mujer y su hijo enterrado. Me alegra saber que están los tres juntos», reconoce. «Ya he descansado, sabiendo que están sus restos ahí», decía señalando el nicho en el que desde la mañana de este miércoles descansa su padre. Una de las personas que más ímpetu han puesto para que esto ocurriera es Aurora Gómez, nieta del represaliado. 

Hace dos años ó con Gogora, el instituto vasco que ha desarrollado gran parte del proceso. «La búsqueda no tuvo frutos hasta que é en 2023 con ellos. A partir de ahí, todo fue más fácil», afirma. Se extrajeron muestras de ADN a la hija de José Gómez Narváez, Libertad Gómez, para cotejarlas con las tomadas de los víctimas franquistas recuperadas. Desde el instituto señalan que fue más sencillo encontrarlo porque todavía se contaba con un descendiente directo.

Familiares de José Gómez Narváez tras reinhumarlo en el cementerio de Badajoz tras 88 años enterrado en Orduña (Vizcaya).

Familiares de José Gómez Narváez tras reinhumarlo en el cementerio de Badajoz tras 88 años enterrado en Orduña (Vizcaya). / Santi García

La nieta del represaliado asevera que desde ayer está «muy tranquila y muy feliz de que todo se haya completado», aunque recuerda que «la cadena todavía no está cerrada porque no se ha encontrado el cuerpo de su hijo». Con ella coincide su hermana, la actriz Berta Gómez: «Tengo la sensación de que no se ha cerrado el círculo con mi tío Octavio». Aun así, reconoció emocionada que el acto celebrado en el cementerio viejo estuvo cargado de sentimiento.

Miles de desaparecidos

Una de esas mujeres emocionadas, sin tener ningún vínculo familiar fue Purificación Salas. Lo vivió de una manera muy intensa y desde la empatía. Su abuelo, el alférez Benito Méndez Lemus, fue uno de aquellos que se negó a la sublevación en la ciudad. Según cuentan, fue un militar muy comprometido y leal. Ella sintió el acto con sentimientos encontrados: «Estoy muy feliz por ellos, en el caso de mi abuelo será imposible recuperarlo», asegura. Lo dice porque fue una de las miles de personas que fueron asesinadas durante la conocida como ‘Matanza de Badajoz’: «Se trajeron a la fosa común los cadáveres, se les echó cal, se trajeron más cuerpos y se volvió a echar cal, aquí hallar los restos es imposible».

Todos los hijos del alférez Méndez Lemus han fallecido, excepto una que tiene 96 años. Todos se han marchado con la misma sensación: «Con mucha pena de no haber podido darle dignidad a los restos humanos de un hombre bueno y valiente como mi abuelo»

Represaliados por identificar

Como Salas, otros muchos familiares de represaliados acompañaron en el último adiós a Gómez Narváez. Una representación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEX) también participó del acto, así como diversas autoridades políticas. «Lo importante de hoy es la familia, por fin ha podido depositar los restos de su ser querido donde han querido y no donde sus verdugos lo arrojaron en el año 41», indicó José Manuel Corbacho, presidente de la ARMHEX. 

La asociación colabora con Gogora para sacar a la luz y dar dignidad a otros muchos extremeños que se están enterrados en Orduña: «Los trabajos continúan a buen ritmo. Probablemente habrá nuevas identificaciones pronto y conforme se vayan realizando se irán entregando a sus familias», explica el presidente de la asociación. 

Esta labor trata de devolver a los 125 represaliados de la provincia pacense, así como a los dos cacereños, a sus familias. De todos ellos, hay uno cuyo origen era Badajoz, según los registros vascos, aunque no se descartan que lleguen más restos como los de José Gómez Narváez, que aun habiendo nacido en Castuera, sus familiares intentaron rehacer su vida en la capital pacense tras el paso de la cruenta Guerra Civil española.

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